sábado, 2 de junio de 2012

Nota de The Clinic, por Lorena Penjean y Tania Tamayo


EN LA GRAN AVENIDA, ESTAMOS A UN PASO DE LA KENNEDY

Paulina Santis tiene veintiocho años, es madre de José Pablo y sufre por vivir en la Gran Avenida. No le gusta su comuna, la encuentra rasca, por eso pasa la mitad de su vida en Las Condes: la ropa la compra en el Parque Arauco y la mercadería para el mes en el Jumbo. En esos lugares se siente mejor, aunque recalca que su casa en Gran Avenida es “preciosa”. “Yo voy p’ arriba porque en mi barrio los centros comerciales son una lata. Hay un caracol donde venden ropa barata, pero te juro que me da alergia cuando entro ahí. No es de arribista, pero no falta el lanza que te roba la cartera o el roto que te grita m´ijita rica. En mi sector todos compramos en el Parque Arauco”. Paulina prefiere gastar bencina antes que “mirar picantes”. “Si uno va en auto puede tomar la carretera y de ahí a la avenida Kennedy estamos a un paso. Figúrate que voy prácticamente todos los días para allá y lo tendré que seguir haciendo hasta que me cambie de casa. Ahora ando viendo en qué colegio matriculo a José Pablo. Parece que me voy a quedar con el Saint George, aunque tenga que gastar todos mis ahorros. La educación es lo más importante que le puedo dejar a mi niño”.
Si bien sueña con vivir en el barrio alto, por lo pronto se consuela con su enorme casa y con ocupar los muebles “nuevos” que tiene, además del aire acondicionado en verano y la losa radiante en invierno. Ella no quiere que olvidemos escribir que su casa tiene alarma y un par de Rotweiler, porque “vivir acá es como un oasis: un poco más allá está La Victoria y para el otro lado, más para La Cisterna, está El Bosque. Hay que cuidarse de los ladrones que vienen de esos sectores. La seguridad es muy importante”. “Mira, igual hay buenos lugares acá, mi mamá se va a divertir al Club San Miguel y yo antes iba al Bowling del paradero 7, aunque ahora no hay muchos lugares donde vaya gente de bien”.

*Publicado por The Clinic el 23 de Octubre de 2011, escrito por Lorena Penjean y Tania Tamayo

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